jueves, 23 de agosto de 2012

Quimera


A veces hay tantas letras acumuladas en mis dedos que no hay tiempo suficiente para unirlas todas. Otras veces, lo que existe en mi cabeza tiene dificultades para llegar hasta el folio. En algunas ocasiones, todo pugna por salir al mismo tiempo.
Hay un poema que lleva varios días (semanas, más bien) dando vueltas en mi cabeza. Está casi terminado pero me he dado cuenta de que todavía hay algunas partes que no funcionan, que no maridan bien. Creo que no he vertido aceite suficiente. Otras veces pienso que poniendo un poquito más de pimienta... Y, en el fondo, sé que lo que le falta es pasión.
El poema está dividido: como yo. Está quebrado entre un ayer y un mañana. Es un tránsito imperfecto. Es un querer y no poder. Es un olvidar y un devenir. Es un vuelo de mariposas, un aleteo constante, un recuerdo imperfecto. Es un instante de cambio perdido entre dos vidas.
Soy una búsqueda constante, una carrera sin meta, una competición llena de obstáculos. Una sucesión de pérdidas.
En este cruce de caminos, cuando por edad y trayectoria hubiera debido tener una vida estable (familiar, profesional, económica…), trato de buscar lo que siempre quise. Sigo en pos de una quimera.


Según el D. R. A. E.
quimera.
(Del lat. chimaera, y este del gr. χίμαιρα, animal fabuloso).
1. f. Monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón.
2. f. Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo.
3. f. Pendencia, riña o contienda.


Es propio de una Lamia enamorarse de un monstruo imaginario. Jamás, por lo tanto, un simple mortal conseguirá alcanzar mi morada. O será imposible por ende que yo alcance la suya.
Es propio de una Lamia también creerse capaz de conseguir todo lo que se propone. A los hechos me remito y comprobaremos que eso tampoco es posible.
Es propia de una Lamia la difícil relación con los humanos.

Ningún barco puede iniciar su singladura antes de soltar sus amarras.
El mío está firmemente varado.
Sin querer, vuelve la vista hacia las flores.
Sin querer, trata de partir en pos de una mariposa.
Pero la mariposa, igual que en su momento las flores, es una mera quimera.
Ambas hieren dejando tatuada mi alma.

2 comentarios:

  1. A veces tropezamos con la palabra que no fluye, pero es cuestión de ejercicio, de seguir intentándolo como único medio de acabar con las quimeras. ¡Ánimo, te estamos esperando!

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  2. La cuestión es que las dificultades con el poema son un reflejo de lo que ocurre en otros ámbitos de mi vida. Y, no sé, me da pereza lo del ejercicio. Estoy hecha más para el baile que para la gimnasia.

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