martes, 21 de agosto de 2012

Cuando el pasado regresa y te hiere

Acabo de leer un reportaje publicado en Diario de Navarra hace casi doce años.

Sin embargo, ni el tiempo ni la distancia que me separa de los hechos han mermado lo más mínimo el dolor que he sentido al leerlo.

He llorado. Con todo el dolor acumulado de años. 

Cuando mi hermana se casó, fue a vivir a la localidad en la que se sitúan los hechos.

Conocí ese ambiente al que se refiere el autor.

Con el tiempo... yo dejé mi casa y mi hermana volvió al hogar.

Empecé una nueva vida en un sitio nuevo en el que muchos de los condicionantes y perjuicios con los que yo había vivido, se veían de otra manera. Justo desde el punto de vista contrario.

En mi recuerdo, permanecen intactos el miedo y la desconfianza.

Los que se quedaron, han evolucionado y han visto como las cosas iban cambiando poco a poco. 

Yo no he podido vivir ese proceso.

Por eso mi memoria y mi conciencia entran a veces en conflicto.

Anclada en mis recuerdos y mi vivencias, la edad y la experiencia que acumulo hacen que vea las cosas de una manera diametralmente opuesta.
 


Y no es que no quiera dar más detalles. Es que treinta años después todavía no puedo. Yo sigo viviendo en el silencio. Temo la palabra y sus consecuencias. Quienquiera que haya vivido en mi hogar (casa, país, entorno, amigos, familia) sabe de lo que hablo.

Mis gentes han empezado a hablar. Mis recuerdos me lo impiden.

3 comentarios:

  1. Yo llevo casi treinta años fuera de Pamplona. Estuve hace unos días volviendo a mis lugares, visitando algunos cementerios. Es verdad. Son tiempos nuevos. Y uno recuerda los otros. Muchos no los han conocido. Lo he vivido con paz y un poco de tristeza. Pero ya menos. Ahora pienso que quisiera volver con más frecuencia. Es mi tierra y es mi infancia. Te entiendo bien, Lamia.

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  2. Conozco personas que se vieron forzadas a expatriarse y morderse la lengua; pero parece que los tiempos cambian y debemos cambiar con ellos. Aunque no conozco los intríngulis de tu historia, Lamia, no podemos vivir prisioneros de nuestros silencios para siempre; para vivir en libertad es necesario poder manifestar los pensamientos.
    Es triste, muy triste la historia de casi medio siglo de silencio preventivo.
    ¡Ánimo, un beso!

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  3. Jo. No sé que decirte. Me ha conmovido tu comentario. Gracias.

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