Escribo
por obligación. Porque tengo que hacerlo. Porque me lo han dicho. Y, ya está. No
me apetece nada. No sé qué decir. Ni qué contar.
Estoy
envuelta en una espiral de la que, por el momento, no consigo escapar. Por más
que trabajo para encontrar el principio y el final, no hallo la manera de
desenredar la maraña.
De
nuevo me enfrento a la página en blanco.
Tendría
que contaros una historia. Pero, ¿y si no es preciso? ¿Qué ocurre si todavía
estoy inmersa en uno de sus capítulos y aún queda mucho argumento por escribir?
¿Y si causo dolor? ¿Y si me equivoco? ¿Y si….?
Estoy
ciega. No veo lo que me rodea. O quizá no esté ciega. A lo mejor una banda
oscura y densa se ciñe a los ojos de la mente apretando y estrujando hasta
dejarme vacía.
A mi
alrededor pasan cosas. Las contemplo desde un extremo. Sin decidirme a
participar. Si lo hago, es posible que yerre.
No hay obligación, pero si te apetece, dame un beso y échate a dormir: mañana harás aquello que deses por pura voluntad.
ResponderEliminarHe llegado un poco tarde para el beso antes de dormir pero te lo envío igualmente.
ResponderEliminarEscribe solo si tu cuerpo y tu mente te lo piden, no porque los demás lo esperemos. Escribir no tiene que ser un castigo para alguien como tú, sino un premio. Nosotros solo esperamos que te des un homenaje a ti misma muy, muy grande
ResponderEliminarbesos