Hace unos días leía una antigua entrada en otro blog en la que se preguntaban qué hacer cuándo has tomado una decisión que consideras acertada y después te das cuenta de que has errado.
Pues está claro como el agua: ajo y agua.
Eso sí, en la medida de lo posible, uno tiene que tratar de solucionar la causa de su intranquilidad, dolor o remordimiento.
He cometido muchas equivocaciones en mi vida. La más grande de todas confiar en personas que no lo merecían. Y, muchas veces, por no hacer daño a los demás, inferirme continuas heridas de las que luego me resulta muy difícil sanar.
En este proceso de sanación en el que me he sumergido, las letras y la música son vitales. Y no voy a consentir que nada ni nadie me aparte de ello.
Esta tarde voy a estrenar mis nuevos zapatos de baile. ¿Quién quiere ser mi pareja?
¡Yo! Salvo que encuentre a otro con más garbo y ritmo. Cuando uno se da cuenta de un error, lo suyo es no mortificarse, pero sí corregir aquello que sea posible, si es que lo es, y aprender la lección para la próxima oportunidad. ¡Y a bailar!
ResponderEliminarBesos.