Autor: Cosas de Cumbres |
Hace
tanto tiempo que no escribo que la inspiración ha huido a un lugar escondido al
que todavía debo acceder.
Buscándola
recurro siempre a lugares conocidos, espacios en lo que me encuentro segura.
J. me
ha cedido muy generosamente una de sus fotos después de que el otro día le escribiera
que pasar por su “casa” es como volver a los paisajes de mi niñez. Sin embargo,
cuando uno echa la vista atrás, lo que ocurre es que nunca encuentra lo que cree
que allí dejó. Y cada vez se hace más consciente del paso del tiempo.
Tempus fugit.
Y de
repente caes en la cuenta de que nada es como quisiste que fuera. Los días, las
semanas y los meses transcurren sin que logres alcanzar las metas que te
propusiste.
De
repente, te encuentras sentada esperando que X. te saque a bailar un tango como
cuando tenías catorce años y acudías con tus amigos a las discotecas. Y, al
igual que entonces, la noche transcurre y la copa se vacía, igual que lo hace mi
alma.
Casi
nadie se toma la molestia de ver qué hay detrás de ese aspecto serio y
reconcentrado. Quienes conocen la verdadera Lamia dicen no comprender mi
soledad. Quienes se quedan solo con el caparazón protector que siempre
arrastro, ni siquiera se plantean darme la oportunidad de mostrarme como soy.
También
ocurre a veces que hay quien solo me conoce a través de mis palabras. Y se
acerca.
Y me
cuida y me mima para después abandonarme a mi suerte.
Pocos y
buenos amigos me acompañan en esta travesía. Cada vez menos.
P. está
creciendo. Aprende de mí: la misma exigencia, la misma responsabilidad, las
mismas consecuencias. Este fin de semana un nuevo desvanecimiento. 1.80 de
estatura para sujetar. Para proteger. Solo el deseo de verlo feliz me permite
seguir adelante.
Y,
cuando ya no puedo más, vuelvo a mis paisajes. Gracias J.
Las
flores, (cómo me engañaron), han desaparecido para siempre. En el vacío que
dejaron no queda nada. Sólo la muerte.
¿Cómo que no queda nada? Queda la vida, tu vida. Y la vida es vida hasta el momento de la muerte. El error está en querer paralizar el tiempo, eso es imposible, o en vivir hoy lo que ya viviste en el pasado. Cada momento, cada edad, cada circunstancia tiene su respuesta. Yo te deseo que encuentres la tuya y que puedas ser feliz para el resto de tus días; pero no como te gustaría ser y estar, sino como eres y como estás. Por ahí está el truco, por aceptarse primero a sí mismo tal cual.
ResponderEliminarUn abrazo muy cariñoso y un beso.
Estoy segura de que la vida también te ha dado muchas otras cosas que ni siquiera podías imaginar, maravillosas. No lo olvides. Y no te preocupes por si nadie te saca a bailar. Igual hay alguien cerca que lo está deseando y no se atreve al verte seria y aparentemente tan segura de ti misma. Igual has dejado amigos por el camino, pero igual no lo eran tanto como tú pensabas. Yo de eso sé mucho. Este invierno he perdido a algunos de los que creía más importantes en mi vida y, en realidad, no significaban casi nada. Eso sí, que desaparezcan las flores de tu vida...¡No lo permitiré!
ResponderEliminarUn beso enorme y un abrazo apretado.
Yo también llevaba mucho tiempo sin asomarme por aquí, pero ya me he puesto al día. Estoy seguro de que llegarán días mejores. Qué bien queda la foto. Me ha hecho ilusión verla aquí.
ResponderEliminarMe gustaría que los que venís a verme encontrarias un paisaje más alegre. Pero escribir así de triste, me permite vivir así de alegre.
ResponderEliminarVuelve cuando quieras. Tus visitas siempre son una alegría, J.
Un abrazo.