Ocho
horas de trabajo hubieran sido suficientes. Pero han sido más. Unas cuantas
llamadas telefónicas en ratos perdidos para saber de los amigos. Una comida casi
a trompicones con P. y un café a destiempo con Ch. Una nueva interrupción entre
letra y letra para ir a buscar a P. y su amigo al entrenamiento (el aire que hoy
sopla en la casa del viento es terrible), una cena, una llamada a la madre, un
ensayo de arroz al horno para mañana que seguro que cuando vayamos a comerlo
estará más que pasado… un posible viaje a Huelva de ida y vuelta mañana por la
tarde….
No
queda tiempo para la poesía. No queda tiempo para escribir sobre lo
verdaderamente importante.
Todo el
día uniendo letras para otros y cuando tengo que centrarme en las mías están
perdidas entre bostezos.
Quizá
mañana…
Jo, qué pena...con lo bonito que es juntar las letras que gustan y no las que se acumulan por trabajo y que, en la mayoría de los casos, no tiene ningún sentido.
ResponderEliminar¡A buscar tiempo para tus letras!
Un abrazo apretado
La poesía es eso que exhalas entre bostezos y que olvidaste anotar o no estaba el bolígrafo sobre el papel, sino el cuchillo sobre la cebolla arrancándote lágrimas. En la vida hay muchos momentos en los que hay que atender las urgencias; la poesía debes respirarla continuamente, aunque no la plasmes; ya tendrá ocasión de explosionar en cualquier instante.
ResponderEliminarBesos
Esta tarde me han preguntado que cuándo monto otra exposición, amiga. ¿Te imaginas? No tengo tiempo ni para ir a comprar. No me imagino montando otra como la del año pasado.
ResponderEliminarFrancisco, qué bonito lo haces todo. Y qué miedo da el día que explosione... Besos.