El cielo de Teruel es hoy azul. De un azul tan intenso y claro que,
desde la ventana, y más allá de las formaciones semi rocosas sobre las
que se asienta la Sierra de Javalambre, hace que sienta la ilusión de
que estoy junto al mar. Esta tierra tan seca, tan roja, tan dura... Sin
embargo, la luz que la ilumina hace que cobre vida y se convierta en
algo mucho más cálido.
Sobre un árbol, a cuyas ramas ha despojado el
frío de cualquier vestimenta, una urraca. Grazna respondiendo al
arrullo de dos palomas que han encontrado acomodo en el alero de la
paridera que da paso al núcleo rural.
No sé
cuándo esta tierra seca y adusta dará sus frutos. Pero ni una sola
lágrima regará los terrones que cubren el camino. En algún momento, la
lluvia llegará y hará el trabajo restante.
Teruel existe y ojalá pronto esa belleza azul, desde la que se adivina la mar, sea regada por la lluvia fértil.
ResponderEliminarOjalá.....
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