Veo los Simpson en compañía de P. y Marge le pregunta a uno de los protagonistas del capítulo de hoy: ¿Has tenido alguna vez un sueño?
El día ha terminado casi como empezó: con una sonrisa leve y la determinación de bajar del pretil en el que he permanecido en equilibrio para volver a la senda que recorre mi bosque. Esta tarde, sin embargo, mientras pensaba si iniciar el camino con botas de monte o zapatillas ligeras, otro P. me ha alcanzado en la puerta del trabajo. Hemos reído un rato. Pero, al llegar a casa, después de escuchar la pregunta de Marge, he recordado un sueño que P. me confesó hace tiempo: deseaba por encima de todo la recuperación de su esposa, que había enfermado gravemente y luchaba contra un mal que amenazaba con vencerla. Soñaba con la felicidad de su mujer después de todo el dolor. Y, pensando en los sueños, he recordado también la sonrisa triste que esta tarde adornaba su cara porque parece que el sueño alcanzado ha acabado transformándose en una pesadilla. Porque la lucha les ha desgastado tanto que, intuyo, ha destrozado todo lo que antes les unió.
C. tuvo una vez también un sueño. Uno del que todavía a veces parece no haber despertado. Y al que vuelve de manera recurrente a pesar del dolor que también le ocasiona. Un sueño al que se aferra cuando la realidad pesa demasiado y el día a día se convierte en una rutina insufrible.
El sueño de M.I. sólo se expresa en una lengua arcaica. Es un lugar en el que la luz lo llena todo. Es algo más que un instante de ternura. Es un soplo de cierzo que recuerda la primavera. Es una flor que despierta al calor del verano. Es un paseo fugaz por el parque. Es ese instante en el que la cereza se deshace en la boca. Son palabras en una estancia. Es un olor que se pega a las manos y que permanece en el tiempo.
Porque, como decía el autor, la vida es sueño. Y, aunque los sueños sueños son, el camino hasta alcanzarlos a veces es largo y abrupto. Por eso, a veces es conveniente alternar botas y zapatillas, adaptándose al relieve del camino.
Soñar lo que queremos ser o cómo queremos ser o con quien queremos ser es esencial para que la vida real sea más feliz... y compartir los sueños, aunque a veces se tornen en pesadillas, también aligera el peso que tienen los sueños que tardan es ser reales...y hace más fácil el camino... con botas, zapatillas y si hace falta... descalza.... un beso muy fuerte... y buen día
ResponderEliminarBuenos días, preciosa. No lo había pensado pero me encanta ir descalza. Es posible que una parte del viaje la haga también así. Buen día también para ti. Aunque me temo que vamos a ir en coche....
ResponderEliminarPrecioso texto.
ResponderEliminarMe gusta que te guste, Mosquito. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarPero P. y su esposa, tal vez sigan fantaseando con un amor indestructible.
ResponderEliminarC. sigue soñando despierto, y sentado en sus nubes, como el Principito.
Y M.I. sigue escribiendo como sólo un gran soñador puede hacerlo.
Emotivo, bello...¿Y si soñamos/caminamos, mientras caminamos/soñamos?
ResponderEliminarBesos.
Hola niña guapa
ResponderEliminarCuando puedas pasa por mi blog a recoger una cosita
Un beso
En definitiva, C., todos siguen soñando.
ResponderEliminarMiguel Angel, mejor ambas cosas a la vez, es verdad.
Voy para allá, Azul, hoy que tengo un poco más de tiempo.